La segunda mitad del siglo XIX presenció un fenómeno, la
expansión de Europa en el mundo, que, a pesar de no ser totalmente novedoso,
tuvo ciertas características como su dimensión y amplitud, que lo hicieron
único y peculiar. Gracias a la revolución industrial y a los avances
tecnológicos que ella acarreó (el ferrocarril, el telégrafo, la navegación a
vapor y fundamentalmente los progresos en las armas de fuego), los europeos
lograron instalarse en regiones remotas y hasta entonces desconocidas, que
sometieron a su dominio, explotándolas en su propio beneficio. Esta ampliación
de los horizontes europeos fue iniciada por los exploradores y aventureros, a
los que siguieron misioneros y comerciantes y luego, definitivamente, los
diplomáticos y los soldados.
La política europea siguió con paso firme el lema del
ministro inglés Lord Palmerston: "No renunciéis nunca a una cabeza de
alfiler que tengáis el derechos de guardar y que creáis poder guardar".
Hacia fines de siglo, el dominio colonial europeo comprendía aproximadamente
las tres quintas partes de la tierra emergida, con más de la mitad de la
población mundial, sin cortar Europa.
EL IMPERIALISMO
Las teorías acerca de las causas
El imperialismo constituyó el proceso por el cual se
formaron los imperios coloniales y se sometieron enormes territorios al dominio
y a la explotación económica europea. Estos territorios llegaron a abarcar
60.000.000 de km².
Durante el siglo XIX nacieron y se consolidaron varios
imperios coloniales, de los cuales se destacaron los imperios británico y
francés. A éstos se agregaron, a partir de 1882, otros países que no tenían
tradición colonial, como Bélgica, Italia y sobre todo Alemania, que pugnaban
por obtener un lugar en el reparto mundial, y los imperios extraeuropeos:
Estados Unidos y Japón.
La superioridad económica, militar y tecnológica de Europa y
las dificultades que atravesaban los estados africanos y asiáticos, destruyeron
el antiguo equilibrio de fuerzas y facilitaron la penetración europea en forma
de invasión militar e imposición política y la incorporación de las nuevas
regiones dominadas al sistema capitalista mundial.
Cabe ahora preguntarse: ¿cuáles fueron las causas por las
cuales las potencias europeas se lanzaron a una conquista sin precedentes? Con
respecto a este tema existe una gran controversia. Según el historiador D. K.
Fieldhouse hay cuatro explicaciones que responderían a esa pregunta:
1. La primera atribuye al imperialismo orígenes
exclusivamente económicos. La necesidad de materias primas para la industria
europea, de mercados para colocar las manufacturas de la metrópoli y de
sectores de inversión para los excedentes de capital eran, según esta
hipótesis, los motivos fundamentales de la expansión. A ello se sumaba el
proteccionismo económico, que se había impuesto en muchos países como resultado
de la depresión de la década del '70 y que había reducido los mercados
disponibles.
2. La segunda explicación considera al imperialismo como una
consecuencia del creciente nacionalismo europeo. Las colonias eran consideradas
símbolos de prestigio frente a las otras naciones, y servían para alimentar la
potencia del país.
3. La tercera explicación considera que el reparto del mundo
que se produjo a partir de la década del '80 fue una continuación de las
tendencias expansivas de la primera parte del siglo. El control que los
europeos ejercían sobre algunas zonas necesitó reforzado por medio de
anexiones, a causa de la crisis que se generaron en las regiones sometidas,
producto del dominio extranjero.
4. La cuarta explicación considera que la ocupación sistemática
y el reparto de determinadas regiones se debieron a la brusca reivindicación de
colonias, iniciada por Otto von Bismarck y continuada por Guillermo II, ya que
Alemania había llegado retrasada a la carrera colonial con respecto a Francia y
a Inglaterra. El canciller alemán consideraba a las colonias como un
instrumento útil para la negociación en los conflictos europeos. Las enormes
exigencias planteadas en materia colonial acicatearon a los otros países a
lanzarse a una desenfrenada carrera para ocupar territorios, ganándole de mano
a las demás potencias.
El auge del imperialismo: Asia y África
A fines del siglo XIX se desarrolla una intensa política
imperialista sobre Asia y África por parte de las naciones europeas.
Las causas de la expansión imperialista son la búsqueda de
nuevos mercados y de fuentes de materias primas, y la búsqueda por los grandes
banqueros de plazas rentables para colocar sus capitales.
El principal imperio colonial fue el inglés, un inglés que
llegó a abarcar 31 millones de km², con una población de 400 millones de
personas, se extendió por: Egipto, Sudán, Kenia, Somalia, Nigeria, Rhodesia,
Orange y El Cabo en África; la India, Pakistán, Birmania, Borneo, Malaca, Nueva
Guinea, Hong Kong y Singapur en Asia; Australia y Nueva Zelanda en Oceanía;
Canadá, Estados Unidos, las Guayanas Inglesas y las Malvinas en América;
Gibraltar, Malta y las Islas Jónicas en Europa.
Francia también logró formar un extenso imperio colonial. En
África dominaba Argelia, Túnez, Marruecos, Senegal y Guinea. En Asia conquistó
Indochina y algunas islas del Pacífico.
Por último, Alemania, aunque llegó tarde al reparto
colonialista logró algunos dominios en África (Togo, Camerún), en Oceanía
(Samoa) y en Europa (Balcanes).
Buen Aporte Gracias!
ResponderEliminarOh sí, me has dado la información necesaria para la clase del MITEEE ALBUJAAA.
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